Con frecuencia pienso en el desmesurado espacio que alberga el Universo y siento, como otros, esa tremenda sensación de
vértigo. Me falta suelo. Piso una base líquida o quizás sea de madejas de lana. Mi cuerpo avanza hacia ninguna meta. Gira caóticamente alrededor de su
centro de gravedad, pero, curiosamente, no me mareo. Viajo solo. En el entorno se respira
frialdad aunque yo no la siento. No pienso en nada. La oscuridad es total.
Como la vieja amiga de Simon & Garfunkel, me permite ver luces asombrosas, en el fondo, por los lados, por delante y por detrás, pero son luces que no
alumbran. Son millones de luces de colores que viajan por el cosmos que dejan entrever los muchos astros que hay. Las distancias entre ellos, del color de las violetas, son bestiales, gigantescas. Al
contrario que las luces de neón, sus destellos son destellos de una oscuridad
que me acaricia. No hay aire pero no me cuesta trabajo respirar. Me siento
bien. El silencio del silencio es total. Me miro pero no veo mi cuerpo, aunque presiento que tengo límites: se ha transformado en una especie de energía transparente pero con
fronteras muy próximas.
Desde aquí, pienso en la Tierra y todos mis problemas me parecen pequeños, irrisorios. La perspectiva importa. Siempre ha importado mucho para ver o no ver o ver lo que te gusta. No me duele nada, sólo detecto que viajo dulcemente. Me deslizo por un camino de plumas invisibles, con suavidad. Suavemente, sin parar. Voy solo pero no me siento solo….es como si otros muchos cuerpos transparentes viajaran a mi lado. No les puedo hablar pero noto su compañía, es una conversación sin hablar, un escuchar sin oír. Todos viajamos por el universo y todos seguimos la misma dirección. No podemos parar pero tampoco chocamos. Estoy consciente. Es otra forma de existir desconocida para mí.
La ingravidez es total así
como también el descontrol sobre mi ruta. Marcho teledirigido hacia un destino
desconocido que intuyo se encuentra en ninguna parte del infinito. Ningún astro
me atrae. Todos están lo suficientemente lejos como para que mi trayectoria se
mantenga rectilínea y con la misma velocidad. No parezco tener masa. No peso.
Mi cerebro se percata de todo y puedo pensar, puedo darme cuenta pero el
escenario encierra tantos y tan grandes misterios que todo lo graba como
extraordinario. Sé que nunca voy a encontrar respuestas adecuadas a tanta
ocultación: ¿Para qué viajo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es mi destino? ¿Por qué un universo
tan vacío a modo de átomo gigante? ¿Qué hay detrás de esta transmutación? Me sorprende
que mis neuronas se pongan de acuerdo para preguntar preguntas sin respuesta. Deberían ser más inteligentes: Todo esto
es ridículo. ¿Cómo puede ser ninguna respuesta ante tanta inmensidad, ante tanto
espacio y tan inmenso escenario? ¿Viajaré a una nebulosa para vivir otra vida? Pero, ¿Cuánto voy a tardar? ¿Se
reducirá todo a pura energía vital embutida en un cuerpo transparente que se
traslada de un lado a otro Across the Universe? ¿Será que la vida
es eterna pero viviéndola en otras dimensiones y desde luego en otras
coordenadas? Nada de nada sé. Una vez venido al mundo, una vez que has nacido tu destino es existir….pero has
tenido que abandonar la Tierra para existir transformado….tu física y tu
química han cambiado por completo aunque sigues siendo tú. Tu personalidad, tu
carácter, tus actitudes… serán siempre los mismos…eso de los cuatro
estados de la materia es un cuento chino, pura falsedad. La materia tiene miles, millones de
estados…y este es uno más... Todo parece depender del lugar del universo donde
te encuentres. Tú eres tú. Tu naturaleza permanece, pero tus coordenadas cambian tu estado, tus necesidades
y tu relación con los otros.
¿Quién y qué han inspirado estas
palabras casi mágicas? ¿Quién ha plantado esta visión en mi cerebro? ¿Estoy
contando una experiencia ya vivida o se trata de un adelanto de lo que me queda
por vivir? ¿Estoy despierto o estoy soñando en la realidad de un sueño? ¿Estoy vivo, estoy
muerto o vivo una particular catalepsia?
Heráclito llevaba razón:
“Nunca te podrás bañar dos veces en la misma agua”. El Universo fluye, cambia.
Yo viajo, cambio. Todo cambia mi mundo. Las estrellas nacen y mueren, cambian. El
tiempo fluye porque lo demás cambia. Todo cambia menos él. El tiempo es el
guardián del Universo. Un déspota, un tirano que sin presencia física mira como
todo evoluciona. El tiempo es el gamberro del cosmos, un descontrolado total
que todo lo impregna y lo controla. ¡Es el ubicuo universal! El tiempo es
aquello que está presente –al mismo tiempo– en todas partes. También lo está
en esta especie de viaje interestelar a través del Universo o de ¿mi universo?
Si hay cosas que solamente puedo ver yo, deduzco que mis viajes tienen lugar en
mi universo, tan ilimitado como el Otro, pero con un único espectador: YO. Cada
cual vive en su universo. De ahí la existencia de millones y millones de
universos que viajan cambiando Across the Universe.
Puedo oír una música extraña
que relaja. Cada astro, a modo de instrumento cósmico, emite ultrasonidos que
puedo detectar. Su conjunto es un mensaje de paz y de presencia. Billones de
instrumentos emitiendo a la vez su música universal que mi aura, como una antena
parabólica, absorbe a modo de alimento. Es la energía de los astros, energía vital para nosotros.
Cada vez llego a ideas más
absurdas pero no puedo parar. He llegado a la conclusión de que soy prisionero
y esclavo del cerebro. ¡Él va a lo suyo! Tiene sus dudas, sus preguntas, sus
escalas... y me obliga a que las redacte haciéndome sentir –sutilmente- cierta
satisfacción. Él solo no tiene ninguna posibilidad, así que su dominio me esclaviza
y libera al mismo tiempo. Cuentan que los cerebros de las personas son autónomos
y que toman solos –sin tenernos en cuenta– sus propias decisiones. Cuando bebí
agua fue porque mi cerebro tomó esa decisión un tiempo atrás y si critico algo se debe a que mi
cerebro quiere que lo critique. Pienso lo que a él le da la gana. No lo puedo parar. ¡Incluso me hace
pensar y sentir ideas que me hacen daño! Es evidente que está aliado con el
tiempo y entre los dos me dominan. Un tirano es mucho pero dos son
insoportables. ¿Qué será todo esto? ¿A dónde conducirá?
Existe una tercera déspota que son mis hormonas, pero en el estado en el que viajo no me afectan para nada por
el efecto de la evaporación espacial y un yoga permanente que disminuye las hormonas de estrés y al mismo tiempo aumenta las endorfinas y el GABA. ¡Demasiado terrenales para que me
acompañen las hormonas que generan malestar!
Cuentan que Dios está en todas partes, así que seguro que también estará por aquí. Cualquiera sabe. Por si acaso, Saludos Dios.
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