30 julio 2024

Monocolores en la noche

 

A veces, Rododendro Fernández despertaba en la madrugada y no podía volver a dormirse. Se desvelaba sin razón aparente conocida y durante ratos interminables le daba vueltas a situaciones pendientes de resolver, a la familia o a señalados recuerdos. También a sus miedos. El más repetido era el que estaba siendo perseguido por un toro, toro que jamás lo cogió pues llegado el momento se despertaba envuelto en una gran agitación. En medio de ese revoltijo de imágenes e ideas era premio mayor de lotería  recuperar el sueño, lo cual no ocurría siempre. En muchas ocasiones, durante horas, seguía viajando mentalmente desde la pista de despegue en modo de almohada. En ese estado de somnolencia semiinconsciente se le ocurrió pensar que imaginando monocolores se dormiría más pronto, más relajado. Parece ser que el ocupar la mente recreando escenarios personales la despiertan, la mantienen vigilante y seguramente la secreción de adrenalina será mayor por la intensidad de la implicación. Pensar en colores es algo más abstracto pues no tiene nada, o casi nada, de personal porque el protagonista es el color. En los insomnes entrenamientos su mente funcionaba con el poder de un prisma óptico y la separación entre colores fue cada vez más nítida. Aquellos ejercicios de disyunción mental, apoyados por un control respiratorio, hacían circular mensajes de relajación y bienestar a todos los rincones de su cuerpo. Esporádicamente se dormía y a veces no, pero su cuerpo flotaba entre colores capaces de soportar su peso.

             Para imaginar el blanco siempre pensó en la nieve asociada a la cúspide de una montaña clásica en forma de pirámide. También se detenía en la cal blanca de los pueblos blancos, en los osos polares y en tiestos de jazmines, lirios y margaritas. Muchas nubes son blancas y camuflan perfecto a las palomas blancas. Una página en blanco es fuerte tentación para aquellos que escriben. Si las estatuas hechas con puro mármol blanco fueran de otro color serían menos hermosas. El blanco es inocencia, paz y tranquilidad. Ahí estaba el blanco en las negras noches.

             En palabras de Nazir Haffar, el negro no es un color, sino su ausencia. El negro fue siempre carbón negro bañado en la oscuridad. Rododendro, a veces soñaba con un mar de carbón líquido donde los peces negros nadaban sin ser vistos disfrutando el vaivén de grandes olas negras. La noche es negra como lo son las alas de los cuervos en los Pedroches y en ella los tulipanes negros, la reina de la noche, forman parte de ese ambiente invisible. Los agujeros negros del Universo tienen presa la luz y la materia. Son grandes egoístas. En la vida diaria el color negro simboliza el enigma, el misterio, lo secreto o lo desconocido. En ropa es elegante y afila la silueta.

        El hombre insomne con nombre de vegetal imaginaba el amarillo de las madrugadas como el Sol radiante de un día de primavera asociado a unos ojos que se esforzaban en mantenerse abiertos. Un tono de amarillo era el heno agostado en los Pedroches y en contraste con él, estaba el amarillo de Van Gogh y sus indescriptibles girasoles. El amarillo de insectos como abejas y avispas nos reconcilia con el medio ambiente. En la cocina lo amarillo marca una diferencia: frutas como la piña y el plátano, y hasta verduras como el maíz y el pimiento amarillo determinan fronteras más que sólidas. Atardeceres amarillos, dorados, son parte de horizontes canarios donde el agua del mar parece arder con su hechicero encanto.

En verde. (María Velasco, 2024)

         El verde lo hermanaba un poco con su nombre y con el césped de un inmenso e inútil campo de golf sin hoyos. A veces. imaginándose un dron, se situaba en la cima de una montaña para vislumbrar desde allí las copas verdes de millones de árboles, las cuales simulaban una alfombra gigante. El verde era básicamente, Naturaleza y el color de algunas letras de canciones que hablaban de esperanza. Tener esperanza siempre ayuda a dormir. Rododendro, en sus semidormidas ensoñaciones, evocó que recientemente había recibido un cuadro de su sobrina política, María. Ella había utilizado solamente el color verde, mil distintos tonos de verde que recordaban a los paisajes de Catamarca. Una fantástica obra del arte contemporáneo.

         En el caso del rojo le resultaba imposible disociarlo de la sangre, una sangre que da vida y acude a las heridas para sanarlas. De todas formas, el rojo, lo utilizaba poco porque se asocia con sombras de peligro, violencia, ira, malicia y agresión. La pasión, la fuerza, la lujuria, el poder, etc… parejas de lo rojo, no ayudan a sosegar el espíritu y conciliar el sueño.

Azul (Ignacio Sabariego, 2024)
         Las nubes de nivel medio suelen ser grises. También lo son las cenizas. En el libro de Momo, de Michael Ende, los hombres grises son unas “personas” que intentan, y consiguen, hacer que los humanos ahorren tiempo para guardarlo ellos. El maestro Hora les llamaba “parásitos”. Precioso gris cristal es el color del sulfuro de plomo que desde los tiempos líticos se guarda en las entrañas de los Pedroches y también el apellido del famoso pintor madrileño, maestro del cubismo. Aquí vuelven a aparecer los tonos y matices pues resulta imposible admitir un solo tinte. El naranja y el limón van vinculados con sus propias frutas. Para el azul estaba la enormidad del cielo y el cuadro de su sobrino, Ignacio Sabariego, en el espectro de los azules. Una maravilla que solo podía pintar él. Una suerte, pensó, tener dos sobrinos que expresan sus emociones con colores.

 Por fortuna la Naturaleza está llena de multitud de pigmentos, con multitud de tonos. ¿Alguien pensó alguna vez en una Naturaleza en blanco y negro? Qué tristeza ¿verdad? Eso quedó atrás en el submundo de las imágenes, fueran fotos o cine.  La vida es de color y los colores nos rodean ……quizás por eso pensar en un color o tener sueños de colores nos relaja y nos ayuda a dormir.

 

Paso de peatones (Bergen, 2024) Foto SMG