31 octubre 2022

Escribir a mano

      

Apuntes de Fidel Fita, mina Terreras, Alcaracejos,1913

Escribir a mano es dibujar ideas, como si fuera un cuadro.

               Desde la invención de la imprenta por Gutemberg en 1440, después de una gran controversia por disputarse la gloria entre alemanes, franceses, italianos y holandeses, se dotó a la humanidad de la posibilidad de escribir, al menos en la forma, con rasgos despersonalizados.

               Los variados e intensos avances hasta la impresión digital actual han dejado a Gutemberg en pañales, aunque su idea, su enorme y genial idea fue la gran madre de todo lo que vino después.

               Escribir a mano puede parecer primitivo y antiguo pero a fecha de hoy lo considero una innovación y un placer, una importante faceta del desarrollo personal. El simple hecho de poner unas letras en un papel es relajante, te identifica y desarrolla más tu actividad cerebral porque, aparte de que debes evitar tachones, has de mantener la horizontalidad de las líneas. Es una experiencia tranquila y entrañable que te permite un reencuentro con tu interior. Sin despreciar nada ni a nadie… ¡Que le digan a un pintor amigo de óleos que pinte con un programa de ordenador! Es indudable que el arte tiene infinitos caminos pero la belleza de un Velázquez o un Goya no tienen parangón.

               Emborronar un papel con nuestra letra es una experiencia similar a la que pudo sentir el hombre / la mujer de Altamira dibujando un bisonte o Picasso plasmando a Don Quijote: las tres son obras originales únicas. ¡No hay dos caligrafías iguales! Los rasgos de tus letras, aparte de personalidad, marcan ideas, sentimientos, estados de ánimo, creatividad, gusto por la estética, etc ¡Hasta reflejan nuestro subconsciente y nuestros deseos más profundos! En tus escritos está presente un ADN gráfico irrepetible. Para nada son iguales las mismas ideas expresadas con un ordenador o en una máquina. Escribir a mano es un proceso más íntimo. Quizás por eso lo hicieron muchos escritores y prefirieron mojar la pluma en un tintero o dejarse guiar por una estilográfica, práctica que empezó a decaer cuando el periodista húngaro László József Bíró, en 1938, algo cansado de las dificultades de la pluma, inventó el bolígrafo.

Lindes de las Siete Villas (3.11.1837)
Me encantan las palabras caligrafía y manuscrito, porque ambos –por medio de libros y papeles– dan cuerpo y perfil a singulares obras de arte que me atraen. Como el fuego o el mar, es relajante observar el punto cambiante de la “i”, la ligera inclinación de la “l”, las barriguitas de la “g” o de la “p” o los puentecitos de la “m” y de la “n”. ¿Qué decir de la fuerza de la “z” o del derecho de primogenitura de la “a”? ¿Y la suerte que tienen las letras gemelas de ir siempre por parejas para diferenciar “un carro” de lo “caro” y una “llama” de un “lama”.

               Por otra parte, siempre me molestó la nefasta diferenciación entre letras y números, ya que ambos son el pilar de todas las culturas y su relación es íntima, casi amorosa diría. En todos los alfabetos del mundo letras y números son dibujos, líneas, trazos, siluetas. ¿Hay mucha diferencia entre inventarse la “m” o un “3”? ¿Y entre un cero y la “O”? ¿Y entre la “B” y un “8”?. La “x” [equis] la utilizamos para multiplicar y los dos puntos, “:”, para dividir. A los lados de un triángulo siempre les hemos llamado a, b, y c, dejando las mayúsculas A, B, C, para sus ángulos. Eso sí, cuando el triángulo es rectángulo podemos encontrarnos con “c”, “ c’ ” y h para nombrar los catetos y la hipotenusa. X, Y y Z siempre serán incógnitas y, curiosamente, la letra “h” la hemos elegido para nombrar la altura, de una figura plana o de un cuerpo geométrico, palabra que no la lleva. La abstracción es fantástica pues una “V” con visera se lee como raíz cuadrada y una “S” estirada simboliza una integral. A todo esto no podemos olvidar diferentes números asociados con letras: “número e” = 2’718281828459…, el “número pi”= 3,14159 26535… y el “número áureo”(letra fi en griego) = 1,6180339887498…, los tres irracionales y el casi mágico “número i”, del análisis complejo y del álgebra, definido de tal forma que i2 = -1

               Escribir hoy a mano números y letras pone de actualidad el antiguo oficio de escribano que daba fe, por medio de escrituras, de actos que se desarrollaban ante él. Atrás quedan también la redacción de cartas y testamentos. Hoy día las nuevas tecnologías nos permiten escribir con la voz. Su posible generalización acabaría con el uso del papel y la posibilidad de escribir del ser humano. Para mí sería una grave pérdida: los seres humanos no tendrían letra. Reclamo la letra de cada uno de nosotros como Patrimonio de la Humanidad, antes de que sea demasiado tarde.

 

Comisión Municipal del Censo, Alcaracejos (8 de junio 1924)

16 octubre 2022

Quasi

 

Y Quasi voló y voló. Se perdió entre el azul del cielo y los rayos del sol

El lunes, tres de octubre del veinte veintidós, cuando salíamos hacía el Quirón para hacerme las pruebas del preoperatorio Quasi empezó a morir. Le hablé para tranquilizarla. Con prisas quise darle gusanos. Pensé que se trataba de una convulsión más, situación bastante repetida en tramos de su vida, pero no. Parecía ser la última. Por primera vez no quiso los gusanos. Deambuló por la jaula como si hubiera bebido una copa de más. Las convulsiones se repitieron. Tenía el pico muy abierto, tanto que dejaba ver su garganta, enorme como un túnel oscuro. Pensamos en un ataque al corazón. Elvira madre, con ese fino instinto que la caracteriza para prever la muerte, más que instinto sabiduría por su vasta experiencia, la cogió con tierna suavidad y la puso despacio bajo la escalerita que la subía a beber. Se la regaló Luisa, su amante cuidadora cuando salíamos de viaje. Le puso bien las alas y le dijo: “Ahí vas a estar tranquilita”. Tuvimos que irnos con el corazón triste y el ánimo encogido. Quasi había emprendido el camino hacia ese cielo eterno donde los pájaros no dejan de volar. Yo camino del hospital Quirón con mi isquemia coronaria. Elvira fue el soporte donde nos apoyamos. Un camino a la vida y el otro hacia la muerte. Otros a Santiago. Así son las cosas.

    El día fue muy movido. Afortunadamente, y debido a la profesionalidad de los médicos que me atendieron, todo fue bien aunque di con mis huesos en la UCI para que me observaran. Elvira volvió a casa para dormir y se encontró con Quasi. Seguía con la misma postura de la mañana. La volvió a dejar tranquilita, como si la estornina estuviera dormida. Su última noche en casa.

    Por la mañana, el martes cuatro, pensó en que lo mejor era que Quasi siguiera con su sueño. Tenía que volver al hospital para ver la evolución de Sebastián. Todo fue bien: a él lo subieron de la UCI a la planta y ella llegó de casa. Se encontraron en la habitación sin mayores problemas. Elvira comentó que Quasi se había muerto. “Me lo había imaginado” respondió Sebastián. “Ha sido un pájaro feliz que nos ha hecho felices a toda la familia”. Un lujo haberla disfrutado tanto a esta “matusalena de los estorninos”: trece años y medio demuestran el cariño, el buen trato y lo a gusto que estaba. “Ha durado tanto como Reina”, nuestra linda perrita que murió en 2011.

    Son las primeras horas de la tarde. Alta en el hospital. Volvemos a la casa. Quasi sigue durmiendo ese sueño perpetuo. No ha perdido su posición ni ha cambiado de sitio. Parece que vigila. No se mueve. Decidimos que se acerque la noche para enterrarla junto a la encina que Jaime plantó en unos jardines próximos. Queremos un acto íntimo. Estamos de duelo y no queremos interrupciones. Nos apetece la reserva. Buscamos el silencio.

   Ha anochecido. Comienza nuestro rito. Elvira busca un trapo limpio. Se decide por uno de color negro. Cojo a Quasi como si se me fuera a romper, la deposito con cuidado en esa tela rectangular que será su mortaja y la protegerá del contacto con la tierra. La doblo para un lado, para el otro y remeto por debajo la izquierda y la derecha. Termino haciendo un paquetito a modo de sarcófago: es una faraona. No estamos demasiado tristes. Es ley de vida. Recordamos a Jaime y a  Elvira hija. Juanma también estará triste.

    Elvira madre escarba la dura tierra seca con una pequeña azada de jardín junto a la encina que le hará compañía. Hay piedras y raíces. Yo miro. Permanezco de pie y sostengo a Quasi envuelta en su cofre textil con mi brazo derecho dolorido por un cateterismo salvador. “Dale con algo más de fuerza, profundiza”. El golpe de la azada resuena en el ambiente…¡zas! ¡zas! ¡zas! ... la tierra está  reseca y cuesta un poco de trabajo. No pasa nadie … estamos los tres: un corazón muerto, pequeñito, que dejó de latir, y dos entristecidos, los nuestros. Los de Jaime, Juanma y Elvira hija revolotean en el ambiente. No nos sentimos solos. Colocamos a Quasi en lo más hondo y la ajustamos al huequito, a modo de bebé en una cuna. Estará bien. Como genial que es, alimentará la encina que plantó su amigo protector y será inmortal porque esa encina echará bellotas y de esas bellotas saldrán encinasQuasi que poblarán la Tierra por los siglos de los siglos. Y esas encinas, sabedoras de nuestra gran amistad, protegerán la Tierra. Con el tiempo nos fundiremos todos en un gran abrazo con Reina, la cobaya y el hámster y miraremos hacia atrás con un amor hacia los animales tan hermoso como el que sintió San Francisco de Asís.

               Gracias Quasi por haber contribuido a la felicidad de toda la familia con esos baños que te pegabas, por comer –vorazmente- arroz, garbanzos, manzana, ciruelas o pescado o pienso; por ese hermoso y vital saludo tuyo que siempre nos hacías repetir ¿Qué pasa Quasi? y que tú lo decías cuando te daba la gana. Gracias Quasi por aguantar monólogos de todos, por tu confianza aunque no tuviéramos plumas, por tu cambio de color del pico en primavera, por dejarte coger y conocer, por tus ganas de vivir, por convertir nuestro balcón en sala de visitas de otros pájaros, por servir de pértiga para elevarnos a mundos impensables... Nos metiste en tu maravilloso mundo, nos introdujiste en tu jaula y ya no quisimos salir… También nosotros te metimos en nuestro corazón y siempre vas a permanecer allí porque has sido una pajarita linda y agradecida ... Nunca voy a olvidar esos pequeños ojos negros, casi humanos, vivarachos, que con mirada fija penetrante pretendían comprender lo que ocurría al otro lado de la jaula. Siempre en nuestro corazón, querida Quasi. Córdoba, miércoles 5 de octubre, 2022.

Quería volar y le abrimos la puerta ... hubo que dejarla ir. 

Reina, ya mayor, y Quasi, jovencita. Ahora, de nuevo juntos.


08 octubre 2022

El autobús

 

Para Cristina Sabariego

               El autobús salió de su estación. Eran las seis de la tarde en la ciudad Amapola cuando el chófer inició la marcha atrás para salir del parking. Tras la falsa óptica del cristal de las ventanillas aparecían los rostros desfigurados de los viajeros. Rostros de indiferencia ante el imperativo del viaje, como conformándose, rostros de resignación. En el interior, adolescentes fijos en la pantalla del móvil. Algunas manos se agitan en el aire hacia izquierda y derecha en modo de saludo que despide. Medio lleno de gente, el bus avanza hacia la puerta de salida. Desde el andén, familiares y amigos, salen de la estación. Buscan el resto de la ciudad. El ambiente es frío y húmedo. Una ligera brisa fresca se cuela por los enormes huecos que son las puertas de entrada y salida de esas enormes habitaciones rodantes que son los autobuses. Los guardias de seguridad, con aparente despreocupación, observan al personal que la estación cobija. Da igual viajero que familiar o amiga: para ellos todos los transeúntes son posibles sospechosos de algo. Por supuesto de robos. Han visto de todo y no se fían. Aún recuerdan el incidente del hombre trajeado robando la maleta de una abuela. A no ser por su nieto, que dio la voz de alarma, nunca más la hubiera vuelto a ver. Al detenerlo, el hombre encorbatado dejó muy claro que sólo pretendía ayudar a la anciana: solamente intentaba colocar la maleta en los bajos del saure. Tuvieron que soltarlo.

               El bus dobló la esquina buscando la avenida. Era una tarde gris, de otoño, propia de un noviembre nublado que amenazaba lluvia. Las nubes en el cielo pugnaban por tapar el débil sol y empezaba a llover. El conductor, con un gesto mecánico, accionó la palanca y puso a trabajar los limpiaparabrisas para barrer la lluvia. María iba sentada en la primera fila y tuvo la impresión de que un telón de agua se descorría ante ella. El vasto ventanal delantero del bus era como una gran pantalla de cine de verano, un enorme escenario que mutaba al instante: un gran edificio azul, el parque, un bar de tapas, la entrada de un hotel, los letreros del super,… todas vistas normales que la altura del bus transformaba en insólitas. Al fin y al cabo la elevación modificaba la vista y la curiosidad.

               El conductor apagó las luces del interior y puso una película española pulsando en el teclado del CD. Los vídeos ya brillaban por su ausencia. La luz del semáforo tiñó de rojo las caras de la gente a medida que el bus menguaba su velocidad. Pasaban sobre el viejo puente cuando María tocó el botón del whatsapp del grupo de compañeras del Colegio Mayor. En dos horas nos vemos, les dijo después de enviarles unas fotos del paseo que había dado por la sierra.

               Las luces de la ciudad quedaron atrás. La autovía presentaba poca circulación. El ambiente dentro del bus era relajado y silencioso. Sólo alguna curva o algún adelantamiento alteraban la normalidad de la marcha. Algunos dormían. Nadie se fijaba en nadie.

               Después de media hora de viaje el autobús abandonó la autovía. María se percató de la maniobra pero no dijo nada. Le habían asegurado que el viaje era directo entre Amapola y Rosagrande. Alguna razón habría para que el conductor tomara esa desviación. Algún imprevisto quizás. El autobús estaba entrando en Las Viñas del Puerto sin tener que entrar. Su conductor callejeó algo más de la cuenta, todo resultaba un poco extraño. Parecía no conocer muy bien a dónde iba y tampoco lo que estaba buscando. Se metió por una calle con poca luz. No era muy ancha. Tuvo que tener conciencia de haberse confundido porque intentó dar la vuelta, pero la longitud del bus no se lo permitió. Asumió seguir hacia delante, pasó un cruce, siguió recto y la calle de repente se empinó. Estaba perdido. María estaba inquieta porque no comprendía lo que estaba pasando y todo aquello retrasaba la hora de llegada. Le puso un whatsapp a su madre para contarle que estaban perdidos en un pueblo en el que no tenían que estar. Su madre la tranquilizó comentándole que, a veces, los autobuses pasan a recoger a alguien, algún compromiso del chofer, algún familiar, algún imprevisto. Total por cinco minutos…..más o menos, comentó.

               Algo aturdido, el chófer paró el bus. Se bajó y preguntó a una despeinada niña que pasaba por allí cómo podría salir a la autovía, dirección a Rosagrande. Súbitamente, el gigantesco autobús comenzó a moverse calle abajo. Sin marcha metida y sin freno de mano se sintió libre y lentamente, pero cada vez más deprisa iba devolviendo el camino ganado con su ascenso. La gente empezó a gritar, ….¡el chófer, ¿dónde está el chófer?; el autobús se mueve sólo…..¡ nos vamos a estrellar! ….Pero ¿Qué está pasando?.....un niño comenzó a llorar.

               María, por la enorme luna delantera, veía como los números de las casas iban disminuyendo ….21, 19, 17, 15, 13,…Se quedó pegada al sillón y vio que tenía puesto el cinturón de seguridad. Se agarró fuerte al asiento de delante y pegó su espalda al suyo esperando el impacto.

               Se sintieron pasos por el pasillo y la chica vio como un joven corría por el pasillo con gesto decidido…su cara contraída denotaba preocupación, susto, ansiedad … Sus manos se apoyaban en el aire para ir más deprisa....María lo vio venir e instintivamente se apartó hacia un lado sin estar en medio. ¡Intentaba dejarle más sitio! El joven pegó un tirón de la palanca del freno manual….el autobús crujió, se quejó algo, pero se paró.

               Estupefacta, con pulso acelerado, María…miró al chico…esbozó su mejor sonrisa y le dijo ¡¡¡Graciaaaasssss!!! El salvador le guiñó un ojo en modo emoticono y levantó el pulgar de su mano derecha. Los viajeros le dedicaron un sonoro aplauso que el joven correspondió con espontáneas reverencias.

               El chófer llegó corriendo con gesto de inminente congestión. Se llevaba las manos a la cabeza y sus ojos estaban desencajados, como queriendo salirse de sus órbitas. Alguien abrió las puertas. El conductor subió y preguntó con cara de inocente: Pero… ¿Qué ha pasado? María con una sonrisa de oreja a oreja le respondió por todos:¡¡ Afortunadamente nada!! El cochero volvió a su volante y con signos de cierta desorientación, puso en marcha el Ton – Ton. Con torpes palabras pidió disculpas a los acongojados viajeros: “Disculpen….no sé lo que ha podido pasar. Este ordenador nos llevará a casa”.

               Eran las diez de la noche cuando María, recién llegada, habló con su madre. Todo bien por Rosagrande. Buenas noches.

               Al día siguiente María presentó una denuncia en las oficinas de la empresa de autobuses. Solicitaba una investigación de lo ocurrido. Por su cabeza pasaron imágenes del autobús cuesta abajo, el chico que corrió por el pasillo y la sonrisa del satisfecho joven guiñándole un ojo. Hasta se le ocurrió pensar que el chofer había sido abducido por algún extraterrestre o por un transitorio trastorno mental. En cualquier caso asumió que la vida es un suspiro ligero, un aleteo de cristal, un puente de nieve al sol, un capricho de la eternidad. Firmó el papel de la declaración y salió disparada para clase porque se le hacía tarde.

02 octubre 2022

Across my Universe

 


Con frecuencia pienso en el desmesurado espacio que alberga el Universo y siento, como otros, esa tremenda sensación de vértigo. Me falta suelo. Piso una base líquida o quizás sea de madejas de lana. Mi cuerpo avanza hacia ninguna meta. Gira caóticamente alrededor de su centro de gravedad, pero, curiosamente, no me mareo. Viajo solo. En el entorno se respira frialdad aunque yo no la siento. No pienso en nada. La oscuridad es total. Como la vieja amiga de Simon & Garfunkel, me permite ver luces asombrosas, en el fondo, por los lados, por delante y por detrás, pero son luces que no alumbran. Son millones de luces de colores que viajan por el cosmos que dejan entrever los muchos astros que hay. Las distancias entre ellos, del color de las violetas, son bestiales, gigantescas. Al contrario que las luces de neón, sus destellos son destellos de una oscuridad que me acaricia. No hay aire pero no me cuesta trabajo respirar. Me siento bien. El silencio del silencio es total. Me miro pero no veo mi cuerpo, aunque presiento que tengo límites: se ha transformado en una especie de energía transparente pero con fronteras muy próximas.

          Desde aquí, pienso en la Tierra y todos mis problemas me parecen pequeños, irrisorios. La perspectiva importa. Siempre ha importado mucho para ver o no ver o ver lo que te gusta. No me duele nada, sólo detecto que viajo dulcemente. Me deslizo por un camino de plumas invisibles, con suavidad. Suavemente, sin parar. Voy solo pero no me siento solo….es como si otros muchos cuerpos transparentes viajaran a mi lado. No les puedo hablar pero noto su compañía, es una conversación sin hablar, un escuchar sin oír. Todos viajamos por el universo y todos seguimos la misma dirección. No podemos parar pero tampoco chocamos. Estoy consciente. Es otra forma de existir desconocida para mí.


          La ingravidez es total así como también el descontrol sobre mi ruta. Marcho teledirigido hacia un destino desconocido que intuyo se encuentra en ninguna parte del infinito. Ningún astro me atrae. Todos están lo suficientemente lejos como para que mi trayectoria se mantenga rectilínea y con la misma velocidad. No parezco tener masa. No peso. Mi cerebro se percata de todo y puedo pensar, puedo darme cuenta pero el escenario encierra tantos y tan grandes misterios que todo lo graba como extraordinario. Sé que nunca voy a encontrar respuestas adecuadas a tanta ocultación: ¿Para qué viajo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es mi destino? ¿Por qué un universo tan vacío a modo de átomo gigante? ¿Qué hay detrás de esta transmutación? Me sorprende que mis neuronas se pongan de acuerdo para preguntar preguntas sin respuesta. Deberían ser más inteligentes: Todo esto es ridículo. ¿Cómo puede ser ninguna respuesta ante tanta inmensidad, ante tanto espacio y tan inmenso escenario? ¿Viajaré a una nebulosa para vivir otra vida? Pero, ¿Cuánto voy a tardar? ¿Se reducirá todo a pura energía vital embutida en un cuerpo transparente que se traslada de un lado a otro Across the Universe? ¿Será que la vida es eterna pero viviéndola en otras dimensiones y desde luego en otras coordenadas? Nada de nada sé. Una vez venido al mundo, una vez que has nacido tu destino es existir….pero has tenido que abandonar la Tierra para existir transformado….tu física y tu química han cambiado por completo aunque sigues siendo tú. Tu personalidad, tu carácter, tus actitudes… serán siempre los mismos…eso de los cuatro estados de la materia es un cuento chino, pura falsedad. La materia tiene miles, millones de estados…y este es uno más... Todo parece depender del lugar del universo donde te encuentres. Tú eres tú. Tu naturaleza permanece, pero tus coordenadas cambian tu estado, tus necesidades y tu relación con los otros.

          ¿Quién y qué han inspirado estas palabras casi mágicas? ¿Quién ha plantado esta visión en mi cerebro? ¿Estoy contando una experiencia ya vivida o se trata de un adelanto de lo que me queda por vivir? ¿Estoy despierto o estoy soñando en la realidad de un sueño? ¿Estoy vivo, estoy muerto o vivo una particular catalepsia?

          Heráclito llevaba razón: “Nunca te podrás bañar dos veces en la misma agua”. El Universo fluye, cambia. Yo viajo, cambio. Todo cambia mi mundo. Las estrellas nacen y mueren, cambian. El tiempo fluye porque lo demás cambia. Todo cambia menos él. El tiempo es el guardián del Universo. Un déspota, un tirano que sin presencia física mira como todo evoluciona. El tiempo es el gamberro del cosmos, un descontrolado total que todo lo impregna y lo controla. ¡Es el ubicuo universal! El tiempo es aquello que está presente –al mismo tiempo– en todas partes. También lo está en esta especie de viaje interestelar a través del Universo o de ¿mi universo? Si hay cosas que solamente puedo ver yo, deduzco que mis viajes tienen lugar en mi universo, tan ilimitado como el Otro, pero con un único espectador: YO. Cada cual vive en su universo. De ahí la existencia de millones y millones de universos que viajan cambiando Across the Universe.

          Puedo oír una música extraña que relaja. Cada astro, a modo de instrumento cósmico, emite ultrasonidos que puedo detectar. Su conjunto es un mensaje de paz y de presencia. Billones de instrumentos emitiendo a la vez su música universal que mi aura, como una antena parabólica, absorbe a modo de alimento. Es la energía de los astros, energía vital para nosotros.

          Cada vez llego a ideas más absurdas pero no puedo parar. He llegado a la conclusión de que soy prisionero y esclavo del cerebro. ¡Él va a lo suyo! Tiene sus dudas, sus preguntas, sus escalas... y me obliga a que las redacte haciéndome sentir –sutilmente- cierta satisfacción. Él solo no tiene ninguna posibilidad, así que su dominio me esclaviza y libera al mismo tiempo. Cuentan que los cerebros de las personas son autónomos y que toman solos –sin tenernos en cuenta– sus propias decisiones. Cuando bebí agua fue porque mi cerebro tomó esa decisión un tiempo atrás y si critico algo se debe a que mi cerebro quiere que lo critique. Pienso lo que a él le da la gana. No lo puedo parar. ¡Incluso me hace pensar y sentir ideas que me hacen daño! Es evidente que está aliado con el tiempo y entre los dos me dominan. Un tirano es mucho pero dos son insoportables. ¿Qué será todo esto? ¿A dónde conducirá?

          Existe una tercera déspota que son mis hormonas, pero en el estado en el que viajo no me afectan para nada por el efecto de la evaporación espacial y un yoga permanente que disminuye las hormonas de estrés y al mismo tiempo aumenta las endorfinas y el GABA. ¡Demasiado terrenales para que me acompañen las hormonas que generan malestar!

          Cuentan que Dios está en todas partes, así que seguro que también estará por aquí. Cualquiera sabe. Por si acaso, Saludos Dios.