Desde
la intimidad y rincones de la literatura quiero desearos un Feliz Año 2023. Al
llegar estas fechas es frecuente caer en tópicos y en frases tan altisonantes
como vacías. No es este mi caso. Estoy agradecido. De corazón, sinceramente
gracias.
Es
cierto que no sois muchos, no arraso, pero estáis ahí y cada vez que cuento las
visitas me siento satisfecho al comprobar que suben o al menos se mantienen.
Eso me anima a seguir. A mis casi setenta y dos años sigo siendo un escritor en
ciernes, un principiante que tiene mucho que aprender. Así que muchas gracias.
Para mí sois muy importantes. Google con sus exactas cuentas me ha dado la
última semana 80 visitantes de Israel, 9 de Indonesia, otros tantos de EE.UU.,
8 de España, 4 de Alemania y 1 de Suecia. Para mí sois más que muchos y a todos
os sitúo en el mismo nivel de importancia.
Por
nuestros ratos compartidos, a pesar de la distancia, es un placer felicitaros
en Año Nuevo. Me produce gran ilusión saber que estamos vivos y conectados por
medio de la palabra. Las palabras como lugar de encuentro. Hay días que me
cuesta escribir, como que no me inspiro, pero pienso en vosotros y enseguida me
animo. Sentir que alguien me espera a miles de kilómetros es una sensación
cálida, gente que no conozco y recoge las vibraciones de mi espíritu, los
golpes del teclado. Alguien, en fin, que me dedica unos minutos y valora lo escrito
y como lo dibujo. Sí, porque escribir es pintar con las palabras. Así que
quiero transmitiros mi más profundo agradecimiento. Un escritor sin lectores,
se queda en la mitad.
Este
año, como felicitación, he utilizado una pintura de Miguel López Navarrete,
pintor universal nacido en Alcaracejos – Córdoba – España. Las obras de Miguel
comunican, se trata de una conexión inalámbrica. Sus trazos atraviesan la
realidad y te transportan a otro lugar, siempre maravilloso. Sus colores, te
elevan y te dopan de magia. ¡Gracias Miguel!
Un
año que comienza es una puerta abierta, un cruce de caminos temporales, un
puente a construir entre un después y un antes. Año nuevo, vida nueva, se dice.
Un año recién nacido es una alarma contra la rutina, una oportunidad para filosofar
y agradecer un existir inexplicable y misterioso. Haber vivido es una
experiencia única, irrepetible. Seguir viviendo es la gran ocasión para llenar
el tiempo y darle un sentido coherente a nuestra vida. Es por eso que en las
palabras que subtitulan el cuadro de Miguel podemos encontrar sueños y esperanza.
Lo
mismo que no podemos repudiar a las personas que queremos, es imposible renunciar
a nuestros sueños: tenemos que perseguirlos y rodearlos con hechos, trabajarlos.
Hemos de seducirlos con todas las estrategias imaginables y hacerlos realidad,
porque el intentar alcanzar nuestros sueños nos hace mejores y mejoramos lo que
nos rodea. Con sueños esperanzados nuestra vida cobrará sentido y plenitud,
sabiendo que el camino suele ser más vivificador que la posada. Además nos
encontraremos con caminantes que nos acompañaran en nuestro recorrido. Y esto
es lo que me ocurre con vosotros, queridos y desconocidos lectores: Vuestra presencia
me da fuerza.
Los
grandes deseos son inevitables en estas fechas por eso hemos de soñar con la
Paz y la Libertad. Nada de guerras, de dictaduras ni pseudodemocracias. La
lucha contra el hambre y la miseria ha de seguir. Todas las personas tienen
derecho a una sanidad y una educación y hombres y mujeres son iguales en
deberes y derechos. Los gobiernos del mundo han de trabajar para procurar a sus
ciudadanos la oportunidad de crear su propio proyecto de vida. Pensar por ellos
es manipulación. Decidir por ellos, usurpación. Crear oportunidades es
respetarlos y amarlos. Hay mucho por hacer y en este año que comienza la
solidaridad y la justicia espera nuestra colaboración. La Tierra también ansía
un menor daño y quiere seguir siendo azul.
De
mis políticos españoles espero que este año trabajen por el bien común y no por
el de unos pocos o para sí mismos. El 2023 debiera ser el año del
entendimiento. Las elecciones son una buena ocasión para demostrarlo. Lo
necesitamos todos. Alimentar la crispación, la polarización y la división desde
las alturas es nefasto para la convivencia, sea nacional o interterritorial. El
diálogo, para serlo, ha de establecerse con los más opuestos, no con los que
piensan lo mismo que tú. Y por favor, dejémonos de populismos bananeros, unos y
otros. Mi último deseo, en este aspecto, es que España mejore su estado de deberes
y derechos y se avance en la separación de poderes. Hay nubarrones que me
gustaría hacerlos desaparecer.
Termino con Salud para todos, el
bien más preciado de la humanidad a lo largo del tiempo.
Me parece un buen comentario para empezar el Año Nuevo.
ResponderEliminarBueno, solo soy un lector con doble nacionalidad, o triple, qué se yo, alcarreño, extremeño y cordobés, que aprecia lo que escribes. Que las musas te sigan inspirando, como en esta entrada. Gracias por compartir.
ResponderEliminarGracias, te deseo igualmente salud para poder seguir disfrutanfo de tus escritos
ResponderEliminarGracias por transmitirnos estos sueños y deseos tan ilusionantes para todos: paz , libertad, justicia... ojalá se cumplan.
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