10 septiembre 2024

Cosas del instituto

 



Hacía tanto tiempo que Cándido Buenaventura había dejado la escuela que cuando vio su cartera – maletín pensó que no era la suya. Las iniciales BC escritas con letra gótica, en una pequeña etiqueta, le refrescaron la memoria. Se las había dibujado un alumno gay, artista desde que un rayo le chamuscó la cabellera, que cada mañana se empeñaba en decirle: ¡Buena ventura Cándido! Era su peculiar manera de saludarlo al mismo tiempo que le deseaba suerte.

               Una añeja capa de polvo recordaba en aquel cartapacio el aspecto de una vieja botella bodeguera, de esas que se venden por unas cuantas docenas de euros tras veinticinco años de reposo, solo roto por la mano experta y delicada del silencioso enólogo. ¡Hasta el ruido o un ligero golpe pueden hacer que el vino pierda calidad! Cogió su envejecido, y también jubilado, maletín y no pudo evitar dejar las yemas de los dedos señaladas sobre su superficie. Tampoco pudo reprimir correr la cremallera. Tenía la sensación de estar mancillando las profundas esencias de su memoria. Metió la mano lentamente y sacó unos papeles unidos por un clip. Su mente se transportó al pasado. Habían pasado ya casi veinte años desde que “colgó la tiza”. Comenzó a leer.

La carta

               En media cuartilla, escrita a mano dulce, se podía leer: “Estimado don Cándido: Me dirijo a usted como tutor seductor educador responsable del curso de mi hijo, Rogelio Ramos Ruiz. Como madre quiero expresarle mi agradecimiento por el trato, dedicación y psicología que todo el profesorado de 4ºB ha tenido con él. Soy consciente de que gracias a todos ellos, y ellas, mi hijo puede abordar con fantasía garantizada la nueva etapa educativa de Formación Profesional y así buscarse un sitio móvil en esta sociedad de frágil cambio. Haga llegar a todo su equipo mi agradecimiento, mi cariño y mis mejores vibraciones empáticocuánticas. Les deseo lo mejor. Si lo hago a través de usted, por escrito y con tinta inmortal, es porque quiero dejar constancia de mi perenne gratitud. Atentamente, Loli Ruiz, no siempre la invisible.”

               Cándido había guardado aquella carta porque, a pesar de sus veinte años de docencia, fue la primera, y única, vez que alguien reconocía por escrito su buen hacer y el de sus compañeros. No tenía noticia de una situación similar. Con satisfacción leyó la carta en la grávida sesión de evaluación del grupo. En ella se acordó darle las gracias a Loli Ruiz, por supuesto, también por escrito y con tinta de manzanilla de limón.

Notitas

Lo que realmente ocurre en el aula es un verdadero y poliédrico jeroglífico y desde luego está alejado de asuntos como las capas de la corteza terrestre, los sinónimos de verdadero o los ríos de tu comarca …. Estos papelillos mensajeros interceptados por don Cándido así lo demuestran. El pastel se descubre cuando el maestro se incauta de un sospechoso bolígrafo, que va de mano en mano, relleno de notitas, que circulaba entre Martina y Raquel. También interviene Mª del Mar, aunque el origen es Patricia.

-            - Mar, tía, sabes que hoy López me ha tocado el culo, así que ya sé que me quiere, además me lo han dicho.

-        - Imposible, tía.

-        - Tú no estabas en ese momento.

-        - Escríbele a Martina que tiene cara amarga.

               El interior del boli, a modo de cofre transparente y alargado, albergaba otra notita escrita en un recorte de papel irregular procedente de una hoja rayada:

-        - Tía, mañana vienes sí o sí ¿¿eeee…?

-        - Yo no puedo, interviene Raquel.

-        - Martina: yo no lo sé, pro a q hora es x si voy.

-       - A las cinco, aquí en el insti.

               No era cuestión de interrumpir la clase y comentar el contenido de aquellos papelillos. Don Cándido optó por continuar después de advertir que las horas de clase son oportunidades y que no deberían perder el tiempo en otras cosas. Para eso está la calle y el recreo, afirmó.

La tarjetita: el examen de Manuel

Manuel era un alumno del montón. Como casi todos los adolescentes, la sinceridad no era su punto fuerte. Sus padres le preguntaron por el examen de Matemáticas y él les juró que lo había hecho perfecto y que su cuatro, sobre diez, se debía a que el examen estaba mal corregido. Los padres confiaron en la palabra de su hijo y enviaron una misiva al profesor para que – por favor- les hiciera llegar el ya citado examen. Querían que lo revisara el profesor particular al objeto de conocer los fallos: enfocaría sus clases en aquellos errores para que, en lo sucesivo, no volvieran a repetirse.

               Don Cándido no pensó en entregarles una fotocopia ni tampoco se le ocurrió que el profesor particular pasara por su despacho. Facilitó a Manuel el original con los comentarios, notas y puntuación de cada pregunta. Daniel aseguró que en un par de días se lo devolvería.

               Pasadas unas fechas don Cándido preguntó a Manuel por el examen. Este le respondió que se le había olvidado en casa. Mañana lo traería. Al día siguiente el maestro recibió una tarjeta de visita con el siguiente texto: “Lamentamos comunicarle que no encontramos el examen de Manuel. Estamos abochornados. Seguiremos buscando”. Saludos. Antonio y Cristina, padres de Manuell.

               Don Cándido, socarrón, no pudo evitar preguntar a Manuel si el examen se había perdido antes o después de la comparativa revisión del profesor particular. Manuel le comentó que lo sacó de su cartera, lo dejó encima de la mesa de la cocina y no lo volvió a ver más. “Los papeles, a veces, tienen alas y les gusta viajar” le respondió el viejo profesor con una sonrisita y guiñándole un ojo. En su interior pensaba que el examen jamás lo encontrarían porque el joven alumno lo había perdido a cosa hecha, adrede. El asunto dio tanto juego que años después se produjo una serie en la televisión, sin demasiado éxito, “En busca del examen perdido”. En ella el padre de Manuel, tras minuciosa investigación del profesor, declaró haber desayunado aquel examen antes de tener que admitir la buena corrección de una prueba mal hecha por su hijo.

Extracto de “Perdón por enseñar”, Daniel Arenas, 2008

Entre los papeles de antaño del usado maletín apareció esta reflexión que por su densidad, lucidez, sana preocupación e interés, se transcribe tal cual. Procedía de un compañero de filosofía muy tamizado por sus aspiraciones políticas nunca satisfechas. De todas formas la guardo al considerarla una satisfactoria reflexión del autor. Don Cándido había añadido alguna palabra, completado alguna frase o limado algún matiz con la intención de aclarar algo más su contenido. Dice así:

“Creo que esta profesión [la de maestro-a] que es tan digna –un sacerdote laico, se llegó a decir de los profesores de la Institución Libre de Enseñanza, cuando ser sacerdote significaba algo para la sociedad y cuando la vocación no estaba siendo socavada por la perversión de la política como sucede hoy- merece un apoyo y una reflexión para saber dónde nos encontramos y cómo hemos llegado hasta aquí. Es pues a mis compañeros de profesión de riesgo a quienes dedico este libro, a los que día a día intentan lo imposible, solos ante el peligro, teniendo que enfrentarse a una educación envenenada de política y al rugido de la fiera [los alumnos]–moderno King Kong, aislado no en su isla, sino en su ego, incapaz siquiera de sentir una pulsión afectiva por sus semejantes- que les aguarda nada más traspasar la puerta del aula, sin ningún apoyo salvo el de sus compañeros o el del psiquiatra que alivia una depresión en la que poco a poco iremos cayendo todos si el sentido común o el cambio de intereses políticos, sociales y económicos no lo remedia. También me ha impelido a escribir esta obra, la intención de provocar un auténtico diálogo sobre todos los problemas que ha originado la implantación de la Educación Secundaria Obligatoria, problemas que tal vez no existan para las miopes y varias administraciones y que hablan de desesperación y soledad: Ya no hay ilusiones ni esperanza de llegar a ser escuchados por una Administración impersonal y sorda. ¡Y luego hablan de la mejora de la Educación Pública! Del profesorado nos llega su auténtica voz, un grito en medio del desierto en el que a veces les acompaña, no siempre ni con la misma contundencia, la comprensión de escritores como Muñoz Molina, Pérez Reverte, Javier Marías, José Antonio Marina y otros, a los que desde aquí damos las gracias, porque aciertan y dicen la verdad desinteresadamente y casi siempre con preocupada angustia”.

Bronca entre adolescentes

Por su experiencia y carácter afable, a propuesta de la dirección, don Cándido fue nombrado Tutor de Convivencia. Era un cargo muy útil pues los roces, malentendidos, insultos, peleas, etc…entre adolescentes eran situaciones frecuentes. Don Cándido actuaba siempre que los afectados estuvieran de acuerdo y con conocimiento de la Jefatura de Estudios. Su misión era intentar arreglar las desavenencias antes de que las cosas pasaran “a mayores”.

               Su técnica empezaba proponiendo a los implicados que contaran, por separado y por escrito, todo lo acontecido. Necesitaba información y un contexto. Sabía que las palabras descomprimían el alma, aliviaban el espíritu y resquebrajaban los muros de la vanidad y la soberbia. Las palabras eran bálsamo para el cabreo y la arrogancia que encierra “la razón la tengo yo” o aquel “estoy yo muy dolida”. Además se aligera la conciencia y disminuye ese sentirse mal que acarrea el sentimiento de culpabilidad.

               En esta ocasión fue un embrollo mayúsculo. Las tres jóvenes se torturaban con frases de las otras y hechos deleznables que nunca debieron de ocurrir.

Juana, por favor, dime ¿Cómo son tus relaciones con Yulia, Aurea y Lara? Mis relaciones con estas tres demonias son francamente malas.

               Tengo entendido que no es la primera vez ¿Qué está pasando ahora? Pues que me amenazan. Sin ir más lejos, hoy 25 de febrero me han dicho que me van a reventar la cara cuando salgamos del instituto y por el twenty me dicen puta … Las he tenido que bloquear y ya no me pueden decir nada. Ese acoso se ha pasado al instituto e intentan que me quede sola, sin amigos, para pegarme mejor. Esto de los insultos se solucionó, pero a los tres días volvieron a meterse conmigo, a reírse de mí y por mucho que se lo digo a las/os profesoras/es la cosa sigue igual. Las profes hablan con ellas, pero ellas pasan de todo, no hacen caso a nadie y en la calle es mucho peor. No dejan de pegarme, me humillan y se ríen. Hace dos meses le puse una denuncia a Lara y a Yulia por amenazas y también porque me quemaron el pelo.

               ¿Qué crees que se puede hacer para arreglar todo esto? Yo haré lo que se pueda y más. Lo único que quiero es que me dejen tranquila, que por lo menos nadie me dé información de ellas. No quiero ni verlas, ni saber nada de ellas. Pasaré de ellas como he estado haciendo hasta hoy y haré lo que haga falta. Por suerte, el año que viene me cambio de instituto y no las veré, pero hasta que llegue ese día no quiero verlas ni saber nada. Solo quiero que me dejen tranquila. Es lo único que quiero. No me gusta salir a la calle e ir corriendo a los sitios por miedo a que me cojan y llegar a mi casa señalada. Es mucho sufrimiento para mi.

Dime Yulia, ¿Qué es lo que pasa con Juana?

               Hace tiempo pasó lo del incidente de los pelos. Esa parte de la historia ya la he contado en Jefatura de Estudios por escrito y por oral.

               Cuando todavía estaba castigada en el Aula de Convivencia, salí al servicio. Ella pasó por mi lado y me dijo que era una rubia llena de piojos, o algo parecido. Yo no contesté y se lo dije a la directora.

               Hace unos días, por Twenty, le envió un mensaje a mi compañera Aurea. En él le dice puta con letras mayúsculas. Mi compañera me lo contó y le dije que lo contara a la directora, pero ella me dijo que no quería más problemas. Ese suceso nosotras lo hemos callado.

               Aquí en el instituto nosotras quedamos como malas pero es ella la que insulta y provoca.

Hola Aurea. Sé que queréis solucionar el asunto de Juana. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Cuál puede ser el camino para mejorar la situación?

               Estábamos en clase de refuerzo de Lengua y antes de que tocara el timbre para salir, Lara se levantó de su sitio y fue hacia la mesa de Yulia, que estaba sentada a mi lado, y dijo: ¿Le quemo el pelo a Juana? Yulia le contestó: ¡No eres capaz! Entonces con un mechero le quemó el pelo y sopló. Yo me quedé sorprendida, pero como no quería problemas no dije nada a nadie.

               Para solucionar esto pienso que lo mejor es no tener ninguna relación con Juana, que cada una vaya por su vida y yastá.

               Juana me dijo puta por el Twenty. Tengo guardado el mensaje. Yo nunca he tenido problemas con ella.

Cándido estaba convencido que los dimes y diretes de tres adolescentes eran una tela de araña de la que tenía que salir. En presencia de la Jefa de Estudios las reunió a las tres y les dijo: “Solamente pueden rozar las personas que están juntas y que tienen cosas en común. Como personas libres que sois podéis elegir entre la sana convivencia o ser intolerantes y antipáticas. Lo positivo os irá mucho mejor. ¿Quién elegiría una flor seca, pálida y podrida ante una fresca margarita o una fragante rosa? Las personas tenemos defectos y virtudes. Cada una de vosotras escribirá tres cualidades buenas de las otras dos y cual es vuestro principal defecto. Dentro de tres días nos volveremos a ver e intercambiareis, entre vosotras, lo que hayáis escrito. Tenéis que estar las tres de acuerdo. Si así no fuera, la Jefatura de Estudios actuará contra las tres por faltas graves contra la convivencia. ¿Os parece bien?”.

               Si. Si. Si.

               Tenéis tres días. El reloj se ha puesto en marcha, así que no perdáis el tiempo. Podéis salir y gracias por vuestra colaboración. Como sois buena gente, estoy seguro de que todo va a salir bien.

Hasta aquí cosas del instituto. Esencias varias de un mundo vivo que durante años durmieron en la cartera de don Cándido hasta que el destino las despertó y la literatura les dio forma. La educación hace visibles las cosas invisibles. Ambas, educación y vida, la misma cosa. Cuando uno trata de enseñar, al menos dos aprenden.