al someter mi brújula, sin Norte.
Mientras, la servilleta de papel
que el aire raudo eleva, rememora
la vida, minutos y segundos.
Un papelito fino y arrugado,
montaña de papel para un insecto,
alguien lo poseyó sin tener claro
que sus labios en él iban grabados.
Avión sin forma ni viajeros,
pájaro de papel desangelado,
patera entre las naves de papel,
sin timón, motor ni timonel,
vuela por la ciudad de lado a lado.
Aterriza en un parque en su camino,
los pájaros se escuchan entre ellos.
Los pequeños estrenan sus descuidos
y el remolino la reclama por celos.
Un golpe de aire la empuja al infinito,
la arranca, la agita y se la lleva.
Desprotegido, sin tierra, por el cielo
vaga sin rumbo el leve papelillo.
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