21 octubre 2025

Día de las Bibliotecas

 

Noticias sobre “la bruja

Una biblioteca supera cualquier otra cosa que una comunidad

pueda hacer para beneficiar a su gente. Es una primavera

lluviosa que nunca falla en el desierto”. Andrew Carnegie.

Con motivo de la celebración, el próximo 24 de octubre, del Día de las Bibliotecas 2025, participaré en dos actos de carácter cultural y literario.

El próximo jueves, día 23, tendrá lugar en la Biblioteca Pública de Alcaracejos la presentación del libro “La bruja de Alcaracejos y otros relatos”, del cual soy autor. El acto se iniciará a las 18 horas.

El azar y sus circunstancias han querido que, al día siguiente, el 24, repitamos la misma presentación -algo adaptada al municipio- en la Biblioteca Municipal de Villanueva del Duque. El evento comenzará a las 17:30 horas. El libro se puede adquirir en la tienda multiprecio de Natalia.

         En la organización de ambos eventos han tenido mucho que ver las respectivas concejalías de Cultura y las personas responsables de las bibliotecas, Nieves en Alcaracejos y Bibiana en Villanueva del Duque. Tengo que reconocer que compartir estos actos en dos pueblos vecinos y pequeños de Los Pedroches es motivo de enorme satisfacción. Con anterioridad, el libro fue presentado en las Bibliotecas Municipales de Pozoblanco y de Dos Torres y en Radio Luna de Villanueva de Córdoba.


La fecha del 24 de octubre como Día de las Bibliotecas se estableció en 1997 para recordar la importancia de estos espacios como puentes de acceso a la cultura, al conocimiento y a las profundidades del ser humano. Esta efeméride tiene como propósito conmemorar el legado de las bibliotecas, incluyendo la historia de la Biblioteca de Sarajevo, cuya destrucción en 1992 fue el motivo original de la instauración de esta celebración.

En 1992, la Biblioteca Nacional y Universitaria de Sarajevo, capital de Bosnia y Herzegovina bañada por el rio Miljacka y rodeada por los Alpes Dináricos, fue bombardeada e incendiada por el ejército serbio-bosnio. Este inmoral ataque destruyó la mayor parte de sus fondos y del edificio. En él se perdieron unos siete millones de fichas, manuscritos e incunables, y simbolizó una grave ofensa a la ciudad, al país y al patrimonio mundial. Los hechos ocurrieron la noche del 25 al 26 de agosto de 1992, durante la guerra de Bosnia. Los daños fueron infinitos e irreparables. Trabajadores de la biblioteca y ciudadanos anónimos trataron de salvar documentos a pesar del fuego y de los francotiradores. El ataque se interpretó no solo como una catástrofe física, sino como un acto premeditado con la intención de borrar la historia y la identidad de Sarajevo, atacando un símbolo de tolerancia y diversidad cultural.

El músico Vedran Smailović tocó su violonchelo en las ruinas de la biblioteca para protestar con música contra la guerra, imagen que dio la vuelta al mundo. La biblioteca fue reconstruida con fondos de la Unión Europea, Qatar, España y Austria. Se reabrió en el 2014.

     En este 2025, según indica el Ministerio de Cultura, se ha optado por la frase “Aptas para todos los públicos” como lema anual.

Para terminar, quería comunicar que habrá una nueva edición de “La bruja de Alcaracejos y otros relatos” bajo el sello de Mascarón de Proa, con la Editorial Almuzara. Se han vuelto a revisar los textos -algo han mejorado- y en cada relato se ha incorporado una o varias ilustraciones de José Antonio Gómez Valera, alias GOVAL, compañero y amigo desde hace décadas al que mostramos nuestro agradecimiento público. Se espera que esta nueva edición vea la luz antes de que finalice el presente año. Avisaremos por aquí cuando aparezca esta nueva edición.

         Por todo ello consideramos que “La bruja” está de enhorabuena y por ahora goza de buena salud. Gracias a todos-as por vuestro tiempo y vuestro seguimiento. ¡Feliz Día de las Bibliotecas!

07 octubre 2025

La muerte

 

Imagen generada por IA

Hoy me vino la imagen de una caída firme y continua hacia un agujero negro para esbozar la muerte. Era de madrugada cuando me desperté. La estampa del eterno descenso hacia un lugar grande y oscuro atrapó todo mi cerebro, obsesivamente. Sé que la única forma de liberarme es escribir, darle cancha a la imaginación y dejar que fluya, solo limitada por las reglas de la ortografía, una redacción clara y la frontera de una página en blanco. Me levanté. Buceé en la escombrera de recuerdos que los sueños dejaron en la mente y empecé a teclear.

La inmensidad del agujero negro nos atrae, inevitablemente. Empezamos a caer sin darnos cuenta desde el momento de nuestro nacimiento y ya nadie ni nada nos detiene. El reloj se puso en marcha, el marcador comenzó su carrera; los números avanzan irremediablemente.

Sabemos que la velocidad de caída no es uniforme. Cuando hay salud y cosas por hacer, el tiempo parece transcurrir bastante más deprisa. En los malos ratos, en la enfermedad o en el dolor, el tiempo muestra su parsimonia con premeditación y alevosía y los minutos se transforman en horas, las horas se convierten en días y los días en periodos oscuros de eternidad. La rutina nos hace imperceptible la vida y –aunque nunca dejamos de caer, de reducir distancias- casi despilfarramos los momentos. Aunque, sobre el despilfarro del tiempo, hay que reconocer diversas teorías: para unos, la felicidad son los viajes; para otros, el silencio en un campo de encinas y granito; para algunos, la soledad viciosa del rincón de su casa escuchando TikToks y, para los abuelos, rodearse de sus nietos y observar cómo crecen. Ya lo dijo el torero: ¡Hay gente para todo!

Aunque el avance hacia el agujero negro es imparable, no es malo detenerse a pensarlo a pesar de que el misterio siga hasta el final del tiempo. Pensar en el paso del tiempo no lo detiene, pero parece que ayuda a aprovecharlo más. Es como darse más cuenta, un tomar en conciencia, percatarse de su etérea presencia y estrujar los instantes. Y otra vez aparece la diversidad, la pluralidad de visiones y opiniones: ¿Cómo se estruja o se exprime un instante?

La caída hasta el fin continúa. A veces, una incidencia imprevista -accidente o enfermedad-, a pesar de nuestra percepción lenta del tiempo, acorta la distancia una barbaridad: el tiempo parece adormecido mientras que la distancia disminuye vertiginosamente. A esa singular paradoja la llaman los ancianos “las cosas de la vida”. Por cierto, ahora no hay ancianos, y mucho menos viejos, ahora solo hay mayores. ¡Menuda imbecilidad!

Por suerte o por desgracia, no somos conductores de nuestro imparable viaje hacia el infinito que esconde el agujero negro en sus entrañas. Los antojos de un caprichoso e incomprensible AZAR mandan, pero sí podemos trabajar, organizarnos un poco las etapas, elegir compañías amigables y llenar el viaje de oportunidades que nos lo hagan algo más llevadero. Si a todo lo anterior lo aliñamos con gotitas de amor y chispas de amistad, a pesar de la muerte, la vida tiene su sentido.

         Una vez cruzado el horizonte de eventos del agujero negro, no sale nada. Todo queda atrapado por su tremenda fuerza gravitatoria. Los científicos sí pueden observar chorros de materia y “ecos luminosos” generados por la materia que rodea al agujero negro a causa de la extremada gravedad que la perturba. De la misma forma, nada regresa de nosotros una vez cruzado el umbral de la muerte, pero dada la intensidad emocional de los momentos próximos, pueden observarse —tanto en el difunto como en acompañantes— huellas de trascendencia y espiritualidad. Además de señales luminosas en el final de un túnel, una paz interior que te hipnotiza o misteriosas frases que alumbran la ocasión y la hacen especial.